A MITAD DE RENGLÓN

En el libro "Bajo la misma estrella" de Jhon Green, publicado en 2012, se nos invita a realizarnos algunas preguntas vitales. Sobre la enfermedad, los sueños, los deseos de unas jóvenes vidas, sobre el amor y cómo una muerte inesperada o cercana puede interrumpir algunas cosas pero ser incapaz de arrastrar a quien amas al olvido o borrar cada "siempre" o cada "vale" que expresan el cariño más profundo y que da luz, fuerza, alegría y esperanza a cada día.

Esta novela hace visible realidades que generalmente son ignoradas por sus jóvenes lectores. Trata la fugacidad de la vida con naturalidad, rebeldía y una pizca de dulzor algo empalagoso...que hace algo más llevadera la historia.

Sin desvelar la historia, os invito a reflexionar sobre algunas cuestiones:

En el capítulo uno, se invita a los participantes de un grupo de ayuda a responder a la pregunta ¿cuáles son tus miedos? A lo que Gus, su protagonista, contesta que su miedo es el olvido. Y como es lógico, todos podríamos responder algo. Aunque sólo fuera el miedo a marcharnos sin haber expresado con palabras y gestos nuestros "gracias" o "te quiero" a quienes nos aman. 

Hay una frase de Hazel que me parece interesante, teniendo en cuenta que la madurez es un camino lleno de situaciones nuevas a las que no siempre sabemos responder cómo esperábamos o hubiésemos deseado. La frase es "algunas veces las personas no son conscientes de las promesas que hacen cuando las hacen". 

También me parece interesante la importancia que se da a que el libro favorito de la protagonista acabe, al parecer, de forma muy brusca, a mitad de un renglón. Y aunque ella entiende que quizá sea debido a que la muerte es a veces inesperada, ello no le frena a la hora de interrogarse sobre cómo podrían continuar las vidas de otros personajes de su apreciado libro "un dolor imperial". 

La historia de amor de estos protagonistas acaba también a mitad de renglón...de ahí que haya elegido estas palabras como título de esta entrada. Pues nunca sabemos si mañana habrá otro renglón de nuestras vidas. Pero nada borrará lo ya escrito ni lo hará caer en el olvido. Que nuestra marcha sea "encajada" y haya lugar para la esperanza de un reencuentro cuando toque; y algún día nuestro recuerdo no suscite un daño que no permita seguir adelante, sino una verdadera paz y felicidad, que será el mejor sinónimo de seguir en la misma honda, bajo la misma estrella.