TIEMPO DE SEMBRAR

Es tiempo de sembrar. No debe dejarnos inmóviles el frío, la sequía, el cansancio o el hastío. Es tiempo de arremangarse y mancharse las manos. Es tiempo de sembrar y no precisamente en la tierra sino en el terreno del diálogo, comunicación y relación con el/la otro/a.No vivamos en un invierno permanente. Dispongamos nuestro corazón a conocerleponiéndonos verdaderamente en sus zapatos.
El fruto de nuestro esfuerzo nunca está garantizado. Pero ello no quiere decir que no valga la pena intentarlo. El amor siempre vale la pena. Quien nos ama, valora lo que hacemos y sufre por lo que dejamos a medias o terminemos por abandonar, temiendo que llegue el día en el que ya no nos reconozcamos a nosotros mismos, porque no somos verdaderamente nosotros sino nuestra armadura... (como aquel "Caballero de la armadura oxidada" de Robert Fisher)

Una buena cosecha no sólo se mide en frutos sino en todo aquello que uno/a mismo/a le ayuda a aprender de sí mismo y de los demás durante todo el proceso. A uno/a mismo/a: a controlar su miedo o vergüenza, a transformar sus prioridades, a salir de su propia comodidad al encuentro del otro, a saber controlar nuestra impulsividad o temperamento. De los demás: a conocerles más allá de lo aparente, a ayudarles a potenciar su méritos y corregir sus defectos; y a respetar su momento vital. 

Para quien cree y tiene esperanza, siempre es primavera. Y ve flores y frutos hasta en medio de la inmensidad del hielo y la nieve. 


Seguramente porque antes de esa pequeña flor o débil fruto sabe que hubo muchas semillas de ternura, paciencia, empatía, asertividad, humildad, generosidad, abnegación, acogida, incluso alguna dosis de humor y relatividad...