ESPECIALES


Más allá de la historia familiar o laboral del protagonista de la película de "El gran showman" dirigida por Michael Gracey, el relato subraya algunos aspectos importantes relacionados con la integración de las personas. 

En aquella época, la clase social en la que alguien era etiquetado (clase baja o clase alta) y los estereotipos físicos (color de piel, aspecto fuera de lo común, habilidades extraordinarias) eran motivos más que suficientes para condicionar la vida de las personas, impidiéndoles el desarrollo personal, de sus capacidades o su promoción profesional. Siendo excluidas y escondidas a los ojos de quienes, aún quizá sin decirlo, se sentían mejores que aquellos "seres raros". 

Los tiempos cambian. Atrás quedó el siglo XIX que es la época donde se ambienta este relato. Sin embargo, hoy, casi 200 años después, seguimos juzgando y etiquetando a las personas por su ropa, sus gustos, su ideas. Y si quizá no las escondemos, ello no quiere decir que no se las aparte o ensombrezca. 

Lo vemos tanto dentro como fuera de las aulas. En jóvenes y adultos. Por ello, debemos seguir trabajando para fomentar una cultura que subraye los valores del respeto, de la tolerancia y de la inclusión de quien está siendo marginado/a. 

Uno de los temas musicales de la película "This is me" interpretado por Keala Settle pretende transmitir un mensaje diferente para una sociedad que es mucho más consciente de lo positivo que es su diversidad: Todas las personas son valiosas. Uno/a es como es. Nadie tiene porqué avergonzarse de aquello que le hace diferente. 

Algunas de las frases de la película:
"Nadie ha marcado una diferencia siendo igual a todos". 
“Para hacer algo nuevo hay que romper con lo convencional”.
“No necesitas que todos te amen sólo unas pocas buenas personas”. (Esposa de Barnum).
“Todos nosotros somos especiales y cada uno es único".



SUEÑOS CUMPLIDOS


Los sueños se cumplen aunque no sea de la forma exacta que esperábamos o que otros imaginaron sobre nosotros.

¿Te acuerdas a qué jugabas a menudo de pequeño/a? ¿Cuál es aquel sueño de infancia en el que te ocupabas solo/a o acompañado/a durante horas? ¿Tiene aquel juego alguna relación con lo que se podría definir como la esencia de tu propia vocación? 

"Hay muchas clases de sueños en la vida. En la infancia soñamos con una determinada profesión, en la que creemos poder desarrollar nuestras capacidades y ofrecer una contribución importante a la configuración del mundo" "Lo que sabemos hacer bien, o lo que hacemos de buena gana en la infancia, suele convertirse en el sueño de nuestra vida".

Llegados a este punto debemos tener cuidado con confundir este sueño originario con una profesión concreta como seguramente hacíamos de niños. La esencia es lo importante pues serán los valores o principios que den sentido a nuestra vida. La profesión solamente es una forma concreta de que aquellos puedan realizarse (aunque no la única). 

Esta distinción ayudará a comprobar si efectivamente se han cumplido nuestros sueños aunque aparentemente ni siquiera se hayan materializado en la profesión concreta que cabría imaginar. Lo importante es que la esencia de aquel sueño o vocación siga impulsando nuestra vida. Tal y como lo explica la obra "Los sueños de la vida" de Anselm Grün, de la que se extraen los párrafos señalados en color azul de este post.   


Grün nos invita a examinar nuestros sueños con una perspectiva amplia y profunda, invitándonos a reflexionar sobre aquel sueño originario. Y a ser fieles a él ante los diferentes cambios de rumbo de nuestras vidas. 

"Debo reconocer con gratitud que el hecho de perseguir aquel sueño me ha ayudado a trabajar sobre mí mismo y a seguir desarrollándome (...) mi tarea es la de distinguir entre la concreción del sueño y su esencia. La concreción del sueño puede cambiar, mientras que su esencia debe permanecer idéntica para que podamos ser fieles a nuestro ser. La esencia es como el hilo conductor que atraviesa y guía nuestra vida". 

"(...) la vida nos ha mostrado que era imposible avanzar por aquel camino. En realidad lo que se ha roto no ha sido nuestro verdadero sueño, sino únicamente la imagen que nos habíamos hecho de él. Deberíamos considerar con más atención el sueño originario (...) y de qué modo realizarlo de nuevo". 

Esta forma de entender la vocación ojalá pueda dar nueva luz a los ideales que estaban casi olvidados; un sentido positivo y motivador a nuestro día a día para deshacernos de monotonía, apatía o desencanto; e impulso a aquellas aspiraciones de futuro hacia las que siempre cuesta avanzar. 

Para finalizar esta entrada educativa cabe añadir un último matiz de lo que se desprende del último capítulo de este pequeño libro de reflexión. Cuya tesis podría resumirse en que nada es más sublime para el creyente que colaborar con los sueños que Dios tiene para sí y para el mundo, unos sueños que por tarde que se cumplan, aún en otra vida, siempre serán sueños cumplidos.  


VIDA PLENA


Ante la fragilidad de la vida y sobre todo cuando debemos afrontar una pérdida nos asalta la pregunta sobre qué significa tener una vida plena. 

La plenitud de la vida no parece que tenga sentido medirla en años, tampoco en mayor o menor fortuna o éxitos profesionales. Pues lo que a priori puede parecer un beneficio, quizá haya sido en ocasiones un peso muy difícil de sobrellevar y fuente de muchos sufrimientos. 

Del sentido de la pascua cristiana podemos aprender la gran importancia que tiene una vida entregada por amor a los suyos. Una vida sacrificada, que ha sabido sobreponerse a innumerables dificultades. De buscar el bien de quienes se ama con un amor a imagen y semejanza del amor de Dios, que es paciente, bondadoso. Que no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. Que no es egoísta, que se regocija con la verdad. Que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta (1 Cor 13, 4-7).

El amor es la respuesta. Una vida plena sólo puede serlo en el amor, desde el amor y compartiendo todo el amor que ha recibido. Y esa vida llega a su plenitud más allá de las fronteras de una condición humana débil,  insolidaria, violenta y hasta cruel.  

Casi todo el mundo se pone nervioso cuando debe comenzar un nuevo camino o etapa. Pero igualmente a todos da mucha fuerza sentir el apoyo y afecto de quienes se quedan esperando en el umbral. Que una vez cruzado ya no permite transmitir la felicidad de haber alcanzado una plenitud gozosa más allá de toda expectativa.    

A nadie le gustan las despedidas. Ojalá nuestra espera sea una oportunidad para que aprendamos del valor del ejemplo recibido. Para valorar cada instante y cada gesto. Para vivir con más sentido y plenitud una vida que sólo puede ser plena cuando la vida sea ya otra cosa; cuando sea luz, sea paz y sea un amoroso Reencuentro. 

No parece que estemos nunca preparados a la idea de que la vida se pierde quizá porque en el fondo, aún sin más certeza que nuestra esperanza, nuestro corazón y nuestra alma saben que en realidad nunca se ha perdido nada sino que más bien se gana una plenitud bien merecida por tanto amor compartido.