HORIZONTES



Es inevitable que todos queramos saber cómo será nuestro futuro. A veces, porque quisiéramos poder anticiparlo para tomar las mejores decisiones posibles. Te invito a tener presentes algunas de estas pequeñas reflexiones con la intención de orientar o reconducir tu propio camino.

- No hay un solo horizonte. Si pensamos en plural tendremos una mejor predisposición para adaptarnos a las circunstancias que la vida nos depare. 

- Pensemos en positivo. Aún ante las peores perspectivas, debemos mantener una actitud positiva, resiliente, de aprendizaje de cuanto vayamos a experimentar. 

- El presente se vive con más intensidad teniendo en mente motivaciones de futuro. Sin metas, sin objetivos, sin propósitos a corto, medio o largo plazo podemos sentirnos algo perdidos o sin rumbo. 

- Pequeños o grande sueños. No hay oposición ni tienen porqué excluirse mutuamente. Los necesitamos todos. 

- Cualquier horizonte como cualquier andadura o empresa que emprendamos no deja de tener una parte de incertidumbre. Que la vida sea imprevisible por naturaleza nos ofrece la oportunidad de aprender a no darlo todo por hecho, a no acomodarnos y no pretender controlarlo todo. Y a poner nuestra seguridad más allá de nosotros mismos. Esto se comprende mucho mejor gracias al don de la fe. 

- Más allá de los sueños que no sea posible realizar, habrá nuevos horizontes. Quizá estemos en el momento en el que debamos aceptar que algo que nos propusimos no podemos hacerlo o tenerlo pero no por ello debemos dejar de caminar. Siempre hay horizontes nuevos. 

- ¿Quién nos acompaña hacia nuestros horizontes?. A veces, pensamos individualmente. No debemos olvidar a quienes forman parte de nuestra vida. Ya que cualquier decisión que tengamos que tomar también les afectará de una u otra manera a ellos o ellas.  

- Pensemos en horizontes compartidos. Con independencia del presente o precisamente para contrarrestar los efectos negativos de la soledad o de relaciones frustradas pensemos en horizontes de comunión, de cooperación, de cercanía con quienes amamos. 

- Busquemos el equilibrio. Una de las cosas que más nos cuesta es renunciar parcialmente a lo que queremos hacer en virtud de lo que sabemos interiormente que debemos hacer. Sin embargo, el equilibro tiene muchos más aspectos positivos en el tiempo. 

- Los horizontes seguirán ahí, seamos pacientes. El camino hacia algo suele ser siempre más largo de lo que nos imaginábamos. Y no siempre lo llevamos con la paz que deseamos. Sólo quien sabe esperar, sabrá valorar, agradecer y aprovechar lo conseguido.

- No perdamos la esperanza, un día disfrutaremos de alguno de nuestros horizontes. La esperanza, por pequeña que sea es un potente motor que cada día nos acerca más y más a nuestros sueños, a paso corto o a grandes zancadas. Lo importante es  no renunciar nunca, volverse a levantar todas las veces que sean oportunas. No hay nada imposible. Más allá de nuestras fuerzas, la esperanza se abre paso, te busca, te encuentra y te guiará hacia nuevos horizontes.