APRENDER A VALORAR



Si algo podemos aprender de este tiempo de aislamiento para evitar la propagación de la pandemia del coronavirus es valorar lo que teníamos y mucho más aún lo que tenemos.

Parece cierto aquello de que no se valoran las cosas hasta que se pierden. Porque casi todo el mundo estará ahora mismo echando de menos salir a la calle libremente sin tener un motivo justificado. Echamos de menos los momentos de ocio en el cine, practicar deporte en un gimnasio, jugar a fútbol o salir en bici. Y un millón de cosas más...Pero no nos quedemos en lo negativo. 

Esta circunstancia nos debe ayudar a valorar cosas que hasta ahora pasaban desapercibidas. Por ejemplo nuestra capacidad de resistencia, de amoldarnos a la situaciones difíciles, a valorar el trabajo de muchos profesionales que realizan trabajos esenciales y que no tienen opción de quedarse más protegidos en casa. 

Jamás hubiésemos pensado que nos echaríamos tanto de menos unos a otros. Abuelos a sus nietos, hijos a sus padres, y hasta maestros y profesores a sus alumnos. 

Estamos aprendiendo a combatir la soledad de quienes la padecían mucho antes de llegar el virus. Luchamos contra los días grises y los sentimientos de incertidumbre o ansiedad con los medicamentos del humor, de la música, de la respiración profunda...del afecto, amistad y cercanía de quienes antes estaban algo más lejos de nuestro corazón. 

Valoramos más lo esencial. Y todo nuestro esfuerzo es poco para sobrevivir y que sobrevivan nuestros mayores. 

Estamos aprendiendo que lo mejor es el tiempo de paz y no de guerra. Que si nadie quisiera tener enemigos, menos aún los queremos invisibles o microscópicos. 

Habremos vencido si esto nos hace más humanos y nos ha ayuda a redescubrir nuestra capacidad de valorar a los mayores, a quienes amamos, con quienes trabajamos y con quienes disfrutamos de la vida....dentro o fuera de nuestras casas.