DESPEDIDAS



Es posible que no te hayas parado a reflexionar sobre la importancia de las despedidas. Seguramente, en más de una ocasión, hayamos preferido irnos sin más, para evitarnos el mal trago del adiós. Hay quien llega a odiar esos momentos de separación donde uno no sabe muy bien qué decir. Quizá no nos dábamos cuenta que lo más importante era disfrutar de la mera presencia de ese último instante juntos; y no de sus palabras. Aunque decir o escuchar algunas palabras es muy necesario, incluso se podría afirmar que es imprescindible. 

La soledad de quienes han fallecido por el virus, así como pensar el que, por esta misma u otras circunstancias, una ausencia sin despedida pueda generar un vacío irreparable en quienes amamos; nos debería enseñar a no huir de las despedidas. Y más aún, a decirlo todo antes de que sea tarde. 

Resulta necesario que eliminemos la carga negativa con la que hemos significado toda despedida. Si todo libro o película requiere un buen final, ¿porqué nos resistimos a vivir nuestros pequeños finales con la intensidad que se merecen?. Además, seguro que toda despedida dará paso un nuevo capítulo lleno de increíbles y maravillosas aventuras. Incluso en el caso de la misma vida, movidos por la fe y la esperanza, lo mejor llega después.

Las despedidas nos ayudan a cerrar etapas lo más adecuadamente posible. Pues, de no hacerlas, es posible que queden heridas abiertas. 

Quienes tienen la certeza de que el final de algo está próximo, como un cambio de rumbo o ciclo vital; incluso en los casos más difíciles - donde se aproxima inesperadamente el horizonte del fin de la vida- parecen entender la despedida como parte natural del proceso del adiós. Y así lo es. Por ello, más nos vale acostumbrarnos, pues nuestra vida no será otra cosa que una  inevitable sucesión de comienzos y finales. Nacimientos, pérdidas, caminos entrecruzados y reencuentros.

Qué paz y felicidad pueden regalarnos las despedidas que, aun sin palabras, están cargadas de gratitud por lo bueno que se ha vivido junto a quien ahora toca dejar marchar o debes ayudar a dejarte ir; de perdón por lo que no se hizo bien; de deseos de esperanza y actitud positiva ante el nuevo futuro que está llegando. 

En toda despedida no han de sobrar ni las sonrisas ni las lágrimas. Son monedas -que con su cara y su cruz- formarán, ya desde ese mismo instante, parte del inmenso tesoro de la vida. 





Canción: Eso que tú me das. Despedida musical de Pau Donés (Jarabe de Palo).