EL VESTIDO DE LAS EMOCIONES

 


¿Conoces el vestido de tus emociones? Te invito a conocerlas un poco más.

Hace pocos días tuve la oportunidad de asistir a un curso online sobre inteligencia emocional. Y me parece útil compartir algunas de las ideas que nos expusieron. 

El primer paso en este camino es tomar conciencia de que todas las emociones son positivas, incluso aquellas que generan un malestar o son desagradables (aunque legítimamente las llamemos emociones negativas); ya que de todas la emociones obtenemos un aprendizaje vital. 

Un segundo paso requiere poner nombre a la emoción que estamos sintiendo. Que algo o alguien nos produce. Emociones hay muchas....pero seguro que alguna encaja en lo que estamos viviendo interiormente. Las emociones básicas o innatas son alegría, enfado, miedo, tristeza, sorpresa, asco, confianza e interés. La emociones secundarias o aprendidas son vergüenza, culpa, bochorno, satisfacción, desprecio, entusiasmo, complacencia, orgullo y placer. 

Un tercer paso, que me pareció muy interesante, sería identificar cómo se expresa o externaliza esa emoción porque no siempre se presenta de la misma forma que se siente. Es decir, como si se vistiera de otra emoción. Para entenderlo mejor, valdría la pena leer el siguiente cuento de Jorge Bucay: 

Había una vez... un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente... 
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber porqué- se baño rápidamente y mas rápidamente aun, salió del agua...Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

Libro: “Cuentos Para pensar” de Jorge Bucay.  www.bucay.com

El cuarto paso sería situarse frente al espejo y sabiendo distinguir entre la emoción y su ropaje (que como ya sabemos puede no ser verdaderamente el suyo) aprender a mirarnos con sentimientos de amor, generosidad, compasión, gozo, afecto, júbilo, dignidad, esperanza, vitalidad, aceptación, benevolencia y optimismo.

El quinto paso, mirar simbólicamente por una ventana a los que nos rodean con una mirada de empatía, simpatía, comprensión, admiración, estima, respeto, solidaridad y paz. 

El sexto y último paso, es una invitación a dialogar sobre nuestras emociones y sentimientos con nosotros mismos y con los demás. Si conocemos un poco más y mejor nuestras propias emociones y las aceptamos; nos conocemos y aceptamos un poco más y mejor a nosotros mismos. También es una invitación a dialogar con quien pueda ayudarnos a gestionar nuestras emociones con madurez  e incluso a dialogar con asertividad sobre estas emociones y sentimientos con quien creemos que nos las han generado o deberían conocerlas si ello fuera posible. 

Crecer emocionalmente requiere humildad y esfuerzo pero el resultado de este proceso merece la pena.