PROPÓSITOS


Sobre esos propósitos que trae el nuevo año y otros que importan de verdad.

Los primeros se pueden conseguir en un año, algunos meses o incluso pocas semanas. Dicen que todo aquello que se realiza durante más de 21 días pasa a ser un hábito adquirido. Este periodo de afianzamiento de una nueva costumbre lo descubrió Maxwell Maltz, cirujano plástico de mediados del siglo XX al comprobar que sus pacientes necesitaban este tiempo para adaptarse a la nueva realidad del resultado de sus intervenciones (un nuevo rostro, una amputación...etc). Según Maltz, actuamos y sentimos no de acuerdo con la realidad, sino a la imagen que nos hemos formado de ella. Por eso necesitamos un periodo de adaptación a lo novedoso.

Estudios psicológicos más recientes sin embargo señalan una media de 66 días como periodo de afianzamiento (en un abanico que va de los 18 a los 254 días). Todo dependerá de la dificultad de la conducta que se pretende implantar y de la motivación que se tenga para ello. 

Pero más allá de esos deseos de cambio que surgen al inicio del año, tan bien intencionados como fugaces si falla la motivación o espíritu de sacrificio que todo cambio requiere consigo, hay otros propósitos que merece la pena no perder de vista nunca. Son los propósitos que definen y guían tu vida. 

Hay propósitos que necesitan toda una vida para realizarse. Por eso mismo merecen la pena. Y aportan identidad, sentido, orientación, realización, plenitud. Implican compromiso, esfuerzo, renuncias, sacrificios. En el camino te ayudan a priorizar, a desdramatizar, a pelear por un objetivo, a desgastarse felizmente por un fin. 

Estos propósitos también corren el peligro de ser olvidados. De posponerlos a un futuro indeterminado que en la mayoría de los casos acabará por no llegar nunca. A veces esperamos que los cambios nos lleguen por arte de magia sin percatarnos que nosotros mismos somos parte de su motor. ¿Qué tengo que hacer para redescubrir quién soy y cuál es mi misión? ¿qué valores e ideales me defienen? ¿en quiénes, en qué y cómo quiero dedicar todo mi esfuerzo y mi trabajo? ¿qué debe cambiar para retomar el camino de mi vida?. 

Unos propósitos y otros son muy necesarios. Pero éstos últimos son imprescindibles para no perder nuestro rumbo. Que cada nuevo año sea un paso más para vivir en plenitud los propósitos de nuestra vida. Esos que nos aportan un más (un plus). Amar más, empatizar más, ayudar más, cuidarnos más, trabajar más, sonreir más, ser más optimistas, más espirituales, generosos, solidarios...etc. 

Esta canción de Rozalén puede servir de motivación para dejar atrás todo lo que no vaya en sintonía con tus propósitos vitales. Escapa de miedos, quítate la venda de los ojos y visualiza tu puerta violeta hacia el cambio. Nunca es tarde.