HUIDA HACIA ADELANTE



¿Eres de los/as que enfrentan los problemas o prefieres seguir como si no pasara nada?
En esta entrada se habla de no posponer decisiones difíciles sin tener certezas absolutas. 

Hace pocos días conocíamos la noticia de un torero que a última hora (literalmente) decidió no casarse. 

No se me ocurre mejor situación en la que, por lo general, la gente prefiere huir hacia adelante. Aún sabiendo que una relación no tiene futuro, son pocas las personas que vencen sus miedos (al fracaso anticipado, al qué dirán, a no encontrar otra oportunidad...) para afrontar una decisión tan valiente y honesta -como dolorosa- de no seguir adelante. De reconsiderar el camino o más bien de modificar la ruta de tu vida. 

No siempre lo fácil es precisamente seguir adelante. A la larga, suele ser lo más costoso. Costoso en tiempo, fuerzas, decepciones, heridas profundas e incluso en los daños colaterales. Buena prueba de ello son las parejas que con la esperanza de "mejorar" algo que se está resquebrajando suelen pasar a la pantalla siguiente, que no es otra feliz idea que la de tener hijos. Por más que el refranero popular nos recuerde que "los hijos no unen, atan".  

Pero no sólo se huye hacia adelante en las relaciones personales; también se huye hacia adelante en otras opciones vocacionales. Comenzando por la autoafirmación de la propia identidad, siguiendo por los estudios, en el terreno profesional o en el de la búsqueda de tu pasión. 

Cuántos jóvenes continúan la carrera universitaria aún sabiendo que deberían cambiar de opción académica. Cuántas personas descubren su verdadero yo con una madurez tardía. O renuncian permanentemente a luchar por aquello que les realiza y hace felices porque implica tiempo, dinero o sonaría estridente a quienes les rodean. 

Excusas, miedos, prejuicios condicionan el verdadero camino hacia la LIBERTAD, hacia la VERDAD, hacia la FELICIDAD.

Lo que aparentemente es un momento de crisis, de terremoto interior y de tsunami exterior que arrasa con todo, se convierte en un MOMENTO DE GRACIA; DE OPORTUNIDAD ÚNICO para redescubrir lo que se es y lo que se quiere ser. De catarsis y de inicio de un sendero no exento de dificultad o incertidumbre pero de rumbo acertado.

El encuentro con Dios también nos puede ayudar a reencontrar el camino y no huir hacia adelante.