APRENDIENDO A INTERPRETAR EL TIEMPO


Hay días en que solamente mirando el cielo, nadie sabría afirmar al cien por cien, si aún estamos en invierno, en otoño, primavera o verano. Y lo mismo nos ocurre con los "tiempos de nuestra vida"; ya que en muchos momentos no sabemos interpretar qué sentido tiene o ha tenido un determinado periodo de nuestra vida, un acontecimiento, la relación con alguna persona, nuestro estado de ánimo o un sentimiento concreto. 

Esto es así porque al igual que no es sencillo interpretar el tiempo en la naturaleza, tampoco es fácil mirar con objetividad, perspectiva y profundidad lo que somos y hacemos. Necesitaríamos ayudarnos de los mismos mapas del tiempo que vemos al final de las noticias, pero referidos, eso sí, a las vivencias y experiencias de nuestra propia vida para hacernos una idea general de las distintas variables que han jugado su papel en ese lapsus temporal. Quizá entonces, ya familiarizados con los símbolos y signos que observásemos con atención podríamos "ponerle nombre" a los frentes polares, borracas, gota fría, anticiclones o tiempos cálidos, y temperaturas por las que pasa nuestra naturaleza, tan dinámica y cambiante (o incluso tan "loca") como la que a veces nos rodea.

Aún más allá, podemos afirmar que si difícil es interpretar el tiempo, aún más inaccesible es predecirlo. Al igual que pocas veces nos podríamos sentir seguros de "predecir" o anticiparnos a cómo nos encontraremos, sentiremos o haremos pasados unos días, meses o años. 

Interpretar nuestros tiempos requiere aprender a conocernos y emprender un gran viaje al misterio de nuestra condición humana, con sus virtudes y defectos, como renglones torcidos de Dios, que a pesar de nuestras nubes interiores, siempre se dejan guiar, animar y revitalizar por su Sol. Porque por mucho que llueva, el Sol siempre se hace presente. Intentando mantener una actitud no sólo positiva sino constructiva o educativa, aprendiendo a vivir cada tiempo de nuestra vida como una oportunidad para madurar, vivir desde el amor, crecer en generosidad, ampliando nuestros horizontes y capacidades...etc. 

Un refrán dice: al mal tiempo buena cara. Pues eso, que también sonría nuestro corazón...