MADURACIÓN


Una reflexión sobre los "tiempos" que necesitamos para tomar decisiones vitales. Y de cómo la naturaleza nos ofrece algunas pautas para comprender la importancia de estos procesos.

A muchas personas les cuesta tomar decisiones. Más aún si se trata de cosas verdaderamente importantes, de esas que afectan a quienes se ama o que condicionarán tu futuro inmediato. 

La propia naturaleza nos puede ayudar a mejorar nuestra actitud a la hora de tener que comenzar alguno de los procesos de decisión a los que nos vemos frecuentemente abocados en el terreno personal, interpersonal, laboral...etc. 

Lo primero que debemos tener en la cabeza es que es algo positivo que nos ayudará a "crecer" como personas al igual que hace crecer a las plantas. Por difícil que sea la decisión a la que debamos hacer frente, llegar a tomarla será por sí mismo algo bueno con independencia de las consecuencias positivas o negativas de dicha decisión en el tiempo. 

En cuanto al hecho de considerarlo algo natural o "accidental" las plantas nos enseñan que estos procesos de maduración nos definen y son parte de nuestra propia naturaleza, se trata de un proceso natural o connatural al ser humano. Al igual que dar un determinado fruto define el nombre de una planta o el momento vital en el que esta se encuentra. Aunque las personas somos menos conscientes de que estos procesos forman parte de nosotros porque "aparecen" mucho más visibles solamente en determinados momentos de nuestra vida. 

En cuanto al tiempo, cada fruto requiere un tiempo distinto de maduración. En unas plantas será un proceso rápido y en otras será mucho más pausado. Cada persona necesita su propio tiempo. Para madurar una respuesta algunas personas necesitarán unas horas, lo que en otras puede llevar semanas. Aunque debemos luchar tanto con la inclinación a tomar decisiones demasiado rápidas habiéndolas madurado de forma insuficiente como a luchar contra la tendencia a dejarlas siempre para más adelante o incluso a no querer tomarlas. Esto último debido a nuestras inseguridades o por una falsa seguridad que acomoda y lleva a obviar la verdadera necesidad de hacerlo. 

En cuanto a la autonomía o necesidad de apoyo. Puede ser un proceso que no necesite ninguna intervención o que por el contrario requiera algún tipo de ayuda. En cualquier caso, en referencia a las personas, siempre es positivo transmitir a quienes bien nos quieren cómo nos sentimos, en qué momento vital nos encontramos o qué decisiones vitales estamos madurando. Ya que si no nos abrimos, nosotros mismos nos estaremos privando de lo positivo que es que alguien sea consciente de la ayuda que podamos necesitar, de la que nos puedan ofrecer; que nos puedan orientar, apoyar o corregir; y de lo beneficioso de recibir un nuevo punto de vista. 

En cuanto al resultado, debemos pensar que no todo depende de la planta. Hay muchos condicionantes impredecibles e incontrolables (como la lluvia, el sol, la temperatura, la tierra, los pájaros...). Debemos aprender de la naturaleza para no dejarnos llevar por nuestro deseo de controlarlo todo. La casualidad o "providencia" como generadora de orden, armonía y belleza en nuestras vidas. Ese "caos" que funciona como un reloj suizo. 

A veces es necesario trasplantar, injertar o fumigar para favorecer la maduración del fruto. También para las personas pueden ser buenos los cambios de aire que favorezcan dar un mejor fruto en otra tierra; aceptar nuevas ideas, valores o proyectos que revitalicen nuestra savia; o realizar un proceso de saneamiento tomando distancia de plagas y enfermedades (prejuicios, dependencias, relaciones o personas tóxicas...etc). 

En cuanto al fruto, contrariamente a lo que podamos pensar, no siempre es lo más importante. Algo que puede ilustrar bien la frase "Enamórate del proceso y los resultados llegarán" que circula por la red y que nos recuerda que tan importante o más que el fruto es el propio tiempo de crecimiento, de esfuerzo o de aprendizaje. 

En muchas ocasiones nos fijamos más en lo superficial y secundario que en lo esencial y prioritario. Por lo que aún nos queda mucho que aprender de esa naturaleza de la que también formamos parte. Y tomar conciencia de lo importantes que son los momentos y espacios de maduración. 

El siguiente cuento de Jorge Bucay trata sobre las actitudes que se necesitan para sembrar y para cosechar.