DIVERSIDAD FUNCIONAL

Muchas veces quisiera aprender a ser fuerte. Sobre todo cuando vienen días grises, repletos de aires de desilusión, lluvia de malas noticias y tiempos gélidos, esos que congelan la vida, dándote la sensación de no avanzar o de no hacerlo sin una dirección. 

Desearía tener la mitad de fortaleza y superación de personas que tienen que batallar diariamente con una "limitación física". Creo que es cierto eso de que cuando a alguien le falta una "función" física, desarrolla otras capacidades y habilidades con más agudeza. Un sexto sentido.

La diversidad funcional nos enseña que el ser humano es capaz de ir más allá de su realidad física; de romper barreras; de construir una sociedad inclusiva, solidaria e igualitaria en derechos y oportunidades. También a mirar la vida con una profundidad distinta, desde el hoy, con realismo pero sin renunciar a metas del mañana. 

Qué lección, conocer de cerca su esfuerzo personal, familiar y profesional, para "situar" o "cuestionar" nuestras prioridades, dificultades o actitudes derrotistas. Qué empuje y motivación, ver la sonrisa de quienes la vida, como buena maestra, a enseñado a mirar con los ojos del corazón, caminar con la mente o razonar con el alma; cuando sin embargo, nosotros nos reconocemos discapacitados o minusválidos para salir adelante con las facilidades que tenemos pero normalmente no valoramos.

El reto más pequeño, supone entonces un gran aprendizaje, que nos empuja nuevamente a creer que no hay imposibles. Que tú mismo construyes tus límites, fronteras y castillos. Que nada es tan importante como vivir con la convicción de saber que lo has dado todo en la carrera. Y poder hacerlo escuchando con emoción los gritos de ánimo de quienes te quieren. 

Quizá para ser fuertes debamos empezar a mirar nuestras debilidades de otra forma.