FUEGOS Y BRASAS


Más interesante y prometedor que el fuego, son las brasas. El fuego es puro nervio y potencia. Pero en cuanto deja de engullir, desaparece. Las brasas, son más constantes en el tiempo y aunque en apariencia hayan perdido la vitalidad del fuego, resurgirán con fuerza al soplo de un aire nuevo. 

Los troncos andan cada uno por su lado (más grandes, pequeños, de pino, cepa, olivo...). Y más que calor, de ellos sale humo. Dejando un sabor demasiado intenso, que oscurece la esencia de lo que se pretendía cocinar en él. Las brasas sin embargo, son un grupo más homogéneo, discreto, que conserva la raíz de la luz en pequeños destellos, que van animándose unos a otros, aquilatando voluntades y enardeciendo corazones. Unas brasas que no enmascaran el sabor del alimento.

El fuego es pasión, amistad o "apreturas" de aquí y ahora; no entiende de paciencia y demanda resultados; y la brasa es respeto, confianza o amor constante, más allá de inmediateces y distancias. Sabe de esperanza y mantiene viva la llama, sin ahogarla.

En nuestras familias, trabajos, voluntariados ¿somos fuegos o brasas?. Sea como fuere, piensa que hasta de las cenizas puede resurgir la luz.