IDENTIDAD

De forma continua, facilitamos algunos rasgos de nuestra identidad como dónde vivimos, nuestro estado civil, trabajo o estudios, datos fiscales. Pero estos rasgos no son los más significativos de lo que somos. Quizá haya personas que les cueste entender que un título de estudios no es más importante que el número de la seguridad social o el que aparece en su dni. Pues lo importante no son los papeles sino lo que hay detrás de ellos.   

Nuestros valores, nuestras convicciones y esperanzas no aparecen en la ficha del banco, en nuestro informe de vida laboral, ni se tienen demasiado en cuenta a la hora de acceder a un oficio. Y sin embargo, son los datos que conforman el ser de cada persona, su modo de entender la vida y que condicionarán sus acciones. 

Desde esta perspectiva, parece fundamental que quienes tienen la responsabilidad de educar ayuden a que desde pequeños nos preguntemos quiénes somos. Y si lo que decimos, estudiamos, escribimos o compartimos con los demás, es o no un reflejo de nuestra verdadera identidad. Y contribuir a que se vaya madurando la respuesta a esta pregunta vital que nos acompañará siempre, toda nuestra vida. 

Debemos aprender que no tiene demasiado sentido decir "yo soy así y punto" o hablar de alguien como si conociéramos a esa persona más que ella misma, o estuviera impedida de cambiar pudiendo permanecer impasible (aún no queriendo dicho cambio) ante el propio paso del tiempo o la vivencia de experiencias que pudieran haber cuestionado sus puntos de vista, bien para que hoy fueran distintos o simplemente, para haberlos reafirmado. Siempre se puede cambiar, y lo deseable es hacerlo para mejor. 

Respetar, acompañar o compartir la identidad de alguien supone valorar verdaderamente y ayudarle a cuidar su vocación, pues sólo cuando esa identidad "lo que es", se transforma en "lo que hace", se evidencia un extraordinario equilibrio entre convicción y acción, creencia y misión, de lo que ha recibido, a lo que puede aportar.

La falta de oportunidades para compartir con los demás lo que somos, las heridas, inseguridades o prejuicios, van levantando muros que cada vez más nos alejan no sólo de los demás, sino de nuestro propio ser; por ello es importante dar pasos para afirmar y reafirmar lo que somos; intentando compartir la alegría por lo que cada uno es y ha recibido como un regalo.