METODO MATRIX


De vez en cuando, alguien me dice que necesita ayuda para tomar una decisión importante. Y lo primero que suelo preguntarle es si está pensando en tomar su decisión dejándose llevar por la cabeza o por el corazón. Para inmediatamente después, explicarle que tomar una decisión es un proceso mucho más complejo y animarle a no caer en la tentación de creer que decidir algo se trata tan sólo de un cara a cara entre dejarnos llevar por nuestra mente, es decir, por pensamientos "racionales", "sopesados" y "lógicos"; o dejarnos "arrastrar" en cambio por el corazón, como sinónimo de nuestro lado "afectivo", "emocional" o de "espíritu libre". Pues lo verdaderamente difícil es no simplificarlo de esta forma y tomar un camino sabiendo que no debemos renunciar a ninguno de los aspectos esenciales de nuestra personalidad, por alejados que en ese momento se encuentren.

Ningún consejo suele ser "milagroso" ni existen "recetas mágicas" para que no nos encontremos estancados ante una decisión pendiente...sobretodo de cierta transcendencia.

Dicho esto, suelo pensar, que todo lo que nos rodea o de todo lo que hacemos, podemos aprender algo. Incluso viendo una película, escuchando una canción, participando de un juego o dando un simple paseo...; como demuestran estas pautas que quizá puedan ayudar a alguien a tomar una decisión. A las que llamo el Método Matrix, en honor a la primera película que usó el llamado "bullet time" o "tiempo bala" en el argot cinematográfico.

En la película de Matrix, en cuyo argumento no es en lo que me fijo sino más bien en su características escénicas, el actor queda como "envuelto" en una realidad de 180 grados que mezcla con cierta armonía la cámara lenta con movimientos ágiles. Y de ahí nace este pequeño "método" donde podemos aprender que para tomar una decisión es aconsejable hacerlo con:

- Una atmósfera especial: sabiendo y haciendo saber a quienes te rodean que se está lidiando en ti una auténtica batalla. No exterior como en la película sino interna. Pero muy importante.   
- Perspectiva de 180 grados: intentando mirar la realidad con puntos de vista distintos. Para ello siempre es recomendable escuchar a otras personas. Éstas nos pueden abrir los ojos a una realidad más amplia que la que podamos tener nosotros, ayudándonos a no creernos el centro del mundo. Como suele decirse, a veces los árboles nos impiden ver el bosque. 
- Movimientos dinámico-inmóviles: El actor solía no moverse demasiado del lugar; quizá daba algún giro "inesperado". Lo que no estaba, es totalmente inmóvil. Esto nos enseña que no haber decidido aún no implica estar totalmente inactivo. Habrá movimientos en ambas direcciones que incluso puedan confundir a los demás. Evita siempre que tomar una decisión sea sinónimo de estar paralizado/a. Antes de andar, se gatea.
- Actitud invencible: recordando que ni en los peores momentos, donde el protagonista estaba luchando en minoría, tiraba la toalla. Un positivismo necesario para no desalentarse ante los muchos aspectos a tener en cuenta, como el hecho de que aunque la decisión sea tuya, tu opción repercutirá a otras personas.
- Habilidad para jugar con el tiempo "suspendido" o "veloz" : tomar decisiones con calma, como a cámara lenta en personas que suelen precipitarse; y "poniéndose fecha para tomarlas", en personas más inseguras.
- Sabiduría: tomar una decisión no tiene porqué significar que sea la mejor o más acertada. Pero seguro que haberla tomado te enseñará algo que podamos tener en cuenta en la próxima "batalla". 
- Un sentido amplio y diferente de la realidad: Aprendiendo tanto nuestros límites naturales como de nuestra capacidad de hacer posible lo imposible. Descubriendo qué está en nuestras manos cambiar y qué debemos aceptar, porque el cambio no dependerá de nosotros.