ABRAZOS

Pocas veces caemos en la cuenta del poder educativo, curativo y espiritual de los abrazos. Tan importantes para nuestras vidas que aparecen tanto en momentos de felicidad como de dolor. Y tan necesarios que sólo nos hace falta recordar solamente uno de los abrazos recibidos para hacer presente a la persona que nos lo dio y la intención que le movió a hacerlo.

Hay abrazos de cariño, amor, amistad, alegría, consuelo, hermandad, pésame, de bienvenida o de adiós. Todo abrazo tiene su significado y su razón de ser. Nunca dos abrazos serán iguales por mucho que se parezcan. Y todos serán vividos con una intensidad especial. 

Cuando no encuentres las palabras apropiadas para decir cómo te encuentras, para pedir comprensión, dar o recibir perdón, para ofrecer consuelo en momentos de tristeza, para dejarte querer u ofrecer tu amor más íntimo y personal...será el momento de que un abrazo hable por ti, se ponga en lugar del otro, respire acogida, comparta la dicha o el desencanto y transmita más allá de cuanto pudieras expresar con tus labios. Porque un abrazo es el mejor medio para conectar almas, sentimientos, voluntades o anhelos.

No hay soledad, injusticia o herida que no pueda ser vencida por el cálido abrazo de quien nos ama. Y nada nos dará más energía y positividad para no tirar la toalla, levantarnos y seguir adelante, que rememorar aquel abrazo que quedó grabado en la memoria de nuestro corazón.

Recibir un abrazo no es sólo un buen motivo de gratitud,  al mismo tiempo será una poderosa razón para realizar un noble propósito: porque es tanto y tan valioso lo que recibimos en cada abrazo, que ojalá podamos mostrar nuestra gratitud regalando el nuestro a quien lo necesite, aunque nunca nos lo pida.