DESGASTES

Hay momentos y situaciones de la vida que nos producen un desgaste emocional, físico o espiritual. Normalmente causados por decepciones o circunstancias que ponen a prueba nuestra fortaleza mental, nuestra capacidad de superación o de resistencia.

¿Qué hacer en estos momentos? es una de las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos más difíciles de responder. Pensemos como ejemplo qué haría cualquier persona que está cansada de caminar. Lo más lógico es que lo primero que haría sería hacer un alto en su camino.

Pero a veces no es fácil desconectar o poner distancia (incluso física) con el foco de nuestro desgaste. Pero no porque sea costoso deja de ser necesario e incluso conveniente. Pues este paréntesis nos puede ayudar a ver nuestros errores, calmar tensiones, aclarar nuestras ideas, renovar esperanzas y trazar expectativas o proyectos, para afrontar las mismas dificultades o para prepararnos o anticiparnos a nuevos retos.

Otra cosa que haría nuestro caminante sería preguntarse si tiene fuerza para continuar su viaje. Y esto sería precisamente una de las cosas que nos deberían enseñar estos "desgastes": A conocernos más y mejor. A saber nuestros límites y debilidades. Pues conociéndolos, sabremos también cuáles son nuestras fortalezas, riquezas o potencialidades. 

Y lo tercero que podría hacer esta persona cansada es algo tan sencillo como beber agua. Que podría significar la necesidad de buscar el motivo "la fuente" que nos empuja a seguir adelante. Quizá, en el día a día, se nos pueda olvidar cuáles son nuestras motivaciones, vocación, principios por los que merece la pena tanto esfuerzo. Por eso es fundamental "volver a la fuente" y refrescarnos con el agua de la esperanza, la fe, ilusión, resiliencia, empatía, respeto, amor...etc. Pon nombre a qué o a quién te hace caminar. Y sentirás la fuerza que te da para seguir caminando.